Por Daniela Mercado

Aunque está en los peores momentos, se hace notar tanto que nadie lo quiere tener nuevamente. Más de 9 millones de peruanos tienen que soportarlo al vivir con inseguridad alimentaria, es decir 3 de cada 10 no cuentan con la cantidad de alimentos suficientes para cubrir sus necesidades, según el estudio del 2013 del Instituto Nacional de Salud.

Pero el hambre afecta a los que menos saben defenderse: 1 de cada 5 niños, menores de cinco años, padecen de desnutrición crónica, la mayoría son de comunidades indígenas o afro-descendientes, según el Programa Mundial de Alimentos.

“#Sobramasdeloquefalta” es el hashtag usado por el fanpage del Banco de Alimentos del Perú, afirmando una paradoja: Mientras que millones de peruanos se mueren de hambre, en el país los supermercados destruyen cerca de 7 millones de toneladas de alimentos cada año, y en el mundo se desperdicia un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano, lo que representa alrededor de 1,300 millones de toneladas al año, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El Banco de Alimentos Perú empezó a operar en el 2014, y fue intermediario de donaciones de alimentos de más de 20 empresas por un total de 236 mil kilos en favor de 53 organizaciones de apoyo social, beneficiando a 74 mil personas en total.

Ante esta situación, en el pasado mes de mayo el Pleno del Congreso aprobó por mayoría, el proyecto de ley que permite la donación de alimentos empaquetados que hubieran perdido su valor comercial. La gerente general del Banco de Alimentos del Perú, Lía Celi, criticó la norma por mantener el límite existente del 10% para la donación de alimentos. De esta manera enfatiza que se continúa promoviendo la destrucción de los mismos.

Menos hambre, más desarrollo

"Pero el hambre aún continúa, como una estaca incrustada en el estómago"

Más de 100 ancianos caminan fielmente tras el olor de la comida recién preparada. Solo llevan un cubierto y el infinito agradecimiento hacia las personas que los libran del hambre cada día. La Casa de San Martín de Porres, organización solidaria, no solo les da desayunos y comida gratuita, sino también fe en la bondad humana. Los padres dominicanos y fieles de San Martincito son los responsables de la alegría de los adultos mayores, mucho de ellos olvidados por la vida. Alimentan a 120 ancianos en pobreza y si les donan alimentos podrían ayudar al menos a 60 personas más.

La FAO considera que el hambre se podrá erradicar solo si “se adoptan medidas de gran alcance cuidadosamente ponderadas y concertadas, dirigidas por los gobiernos pero con la participación plena del conjunto de la sociedad”. Pero el hambre aún continúa como una estaca incrustada en el estómago, con la esperanza que el nuevo gobierno cumpla sus promesas para una distribución más equitativa de la riqueza.

¿Por qué perdemos alimentos? 

Productos sin almacenamientos. Según la FAO, más del 40 % de las pérdidas de alimentos en nuestro país se produce en las etapas de pos-cosecha y procesamiento, por las malas condiciones de almacenamientos y transporte.

El nuevo gobierno debe mejorar de la infraestructura de carreteras y las condiciones de logística, causantes de la pérdida de un tercio de los alimentos para consumo humano, lo que representa alrededor de 1,300 millones de toneladas al año a nivel mundial.

Tecnología que mata. Las chacras están cada vez más contaminadas por plaguicidas y fertilizantes, que se usan para mejorar el ganado y lograr más producción de los cultivos. Esta medida se utiliza para atender la demanda mundial por alimentos. Es decir, se necesita nueva tecnología sostenible, que no dañe las tierras y poder obtener mayor producción alimentaria saludable para la población más vulnerable.

El nuevo gobierno necesita tener hambre, hambre de erradicar con la pobreza peruana. Los expertos internacionales enfatizan que se necesita un cambio en la orientación de las políticas del Gobierno. Los millones de peruanos exigen un cambio, y los ancianos de la Casa de San Martín de Porres anhelan que se satisfaga más los estómagos reprimidos y dolientes por la falta de alimentos.